De acuerdo a los cronistas Pedro Sarmiento de Gamboa y Miguel Cabello Valboa, el inca Túpac Yupanqui (Topa Inca o Túpac Inca Yupanqui) habría organizado una expedición marítima partiendo de algún punto del litoral del Pacifico situado en territorio de lo que hoy es Ecuador y que por entonces formaba parte del Incario. También esta jornada fue comentada por Martín de Múrua (1560-1611), aunque de manera sucinta y sin agregar nada sustancial.
Los cronistas Cabello y Sarmiento recogieron el relato independientemente y en regiones apartadas unas de otras. Este hecho es importante tener en cuenta, puesto que a pesar de estar diferencias coinciden básicamente en todo. Ninguno de ellos, incluyendo aquí a Murúa, dudaban de que se trataba de un acontecimiento real.
1. El relato de Sarmiento de Gamboa
La versión de Sarmiento de Gamboa (Sarmiento de Gamboa 1572, cap. 46), está basada en los datos que le proporcionó el cuzqueño Urco Guaranga, así como también en informes complementarios que recogió en el Cuzco. Su relato es como sigue:
El cual con esta certeza se determinó ir allá. Y para esto hizo una numerosísima cantidad de balsas, en que embarcó más de veinte mil soldados escogidos. Y llevó consigo por capitanes a Guaman Achachi, Conde Yupangui, Quígual Topa (éstos eran Hanancuzcos) y a Yancan Mayta, Quizo Mayta, Cachimapaca Macus Yupangui, Llimpita Usca Mayta (Hurincuzcos); y llevó por general de toda la armada a su hermano Tilca Yupangui y dejó con los que quedaron en tierra a Apo Yupangui.
Navegó Topa Inga y fué y descubrió las islas Auachumbi y Ninachurnbi y volvió de allá, donde trajo gente negra y mucho oro y una de latón y un pellejo y quijadas de caballo: los cuales trofeos se guardaron en la fortaleza del Cuzco hasta el tiempo de los españoles. Este pellejo y quijada de caballo guardaba un inga principal, que hoy vive y dio esta relación, y al ratificarse los demás se halló presente y llámase Urco Guaranga. Hago instancia en esto, porque a los que supieren algo de Indias les parecerá un caso extraño y dificultoso de creer. Tardó en este viaje Topa Inga Yupanqui más de nueve meses, otros dicen un año, y como tardaba tanto tiempo, todos le tenían por muerto, mas por disimular y fingir que tenían nuevas de Topa Inga, Apo Yupangui, su capitán de la gente de tierra, hacia alegrías; aunque después le fueron glosadas al revés, diciendo que aquellas alegrías eran de placer, porque no parecía Topa Inga Yupangui; y le costó la vida”.
•Análisis del relato de Sarmiento de Gamboa
Del relato transcrito por Pedro Sarmiento de Gamboa en 1572, se desprende:
(1) Que la información la recogió en el Cuzco y le fue relatada por Flernando Urco Guaranga, personaje de quien afirma que “hoy vive y dio esta relación”. Urco Guaranga aseguraba haber participado en la mentada expedición marítima de Túpac Yupanqui. Tenía en su poder algunos de los trofeos traídos de las lejanas islas de Auachumbi y Ninachumbi, que hasta 1534 habrian sido conservados en el ternplo de Sacsahuaman.
(6) Que, la incongruencia señalada no elimina la posibilidad de que Urco Guaranga navegara en la memorable jornada marítima.
(7) Que Cabello Valboa cita, por otro lado, a un tal Urco Guaranga como consejero de Huáscar, que cronológicamente bien podría haber sido el informante de Sarmiento de Gamboa.
(8) Que el soberano Túpac Yupanqui habría arribado en balsas, con velas, a lejanas islas que bautizó como Auachumbi [aua o agua= foráneo / chumpi = motivos menudos (en tejidos) = ¿conjunto de islas de vistosos contornos?), y como Ninachumbe (nina = fuego (¿volcán?) / chumpi motivos menudos (en tejidos)=islas de vistosos contornos].
(9) Que de las legendarias tierras insulares se tenia noticia, de mercaderes que por vía marítima “habían venido por la mar de hacia el poniente...” [a las costas peruano-ecuatorianas] “en balsas navegando a la vela”. Y que Túpac Yupanqui recogió estos informes “andando... conquistando la Costa de Manta y la isla de la Puná”.
(10) Que para “verificar” si eran ciertos los rumores acerca de la existencia de aquellas islas, Túpac Yupanqui acudió a Antarqui, quien poseído de sus poderes chamánicos “voló” hasta las mismas ratificando así la versión dada por los mercaderes.
(12) Túpac Yupanqui se hizo acompañar por su hermano, llamado Tilca Yupanqui, a quien nombró “general de toda la armada” y que éste dispuso del apoyo de siete “capitanes” de los linajes tanto de Hurincuzco tanto como de Hanancuzco.
(13) Que la expedición habría tardado en arribar a las lejanas islas “más de nueve meses” [y agrega que] “otros dicen un año…” Los datos citados no pueden ser verificados y acaso podrían ser exagerados por la propensión universal de la memoria colectiva de engrandecer, con el transcurso del tiempo, los hechos históricos, dando paso a la leyenda.
(14) Que al retornar los expedicionarios trajeron consigo trofeos exóticos, que fueron depositados “en la fortaleza del Cuzco” [Sacsahuamán] “hasta tiempo de los españoles” en 1572 estaban algunos de éstos en poder de Urco Guaranca.
(15) Que el botín estaba originalmente conformado por “gente negra y mucho oro y una silla de latón y un pellejo y quijada de caballo”. Cuando Urco Guaranga era interrogado por Sarmiento en 1572, conservaba en su poder la “silla de latón, el pellejo y [las] quijadas de caballo”. No así el oro; sobre la “gente negra” traída de las legendarias tierras no se hace mención.
(16) Que de haber sido Auachumbi y Ninachumbi islas del conjunto de Lobos de Afuera, al estar éste ubicado a sólo 80 km. de las costas de Lambayeque, la expedición que comentamos no habría merecido especial atención o habría sido olvidada. Debido a su cercanía a la costa, la mentada expedición no habría empleado adicionalmente el tiempo señalado en el relato, de diez a doce meses.
(17) Que juicio semejante es aplicable igualmente en el caso de que se estimara que las mentadas islas fueran del grupo Lobos de Tierna, que sólo está alejado veinte kilómetros de la costa.
(18) Que de acuerdo a lo expuesto, las islas de Auachumbi y Ninachumbe tendrían que haber estado ubicadas en espacios más alejados de las costas sudamericanas.
(19) Que las islas Galápagos o Archipiélago de Colón, conformado por cincuenta y cinco ínsulas que se ubican entre los paralelos 1º 36º de latitud S y 0º 34º de latitud N y los meridianos 89º 27’ y 91º 43’ de longitud 0 de Greenwich, distan unos 900 kilómetros de la costa ecuatoriana; pero que éstas no podrían haben incluido las islas de Auachumbi y Ninachumbe como lo puntualiza Thor Heyerdahl (1952), debido a que las islas Galápagos no están constituidas por tan sólo dos islas sino por todo un archipiélago. Sin embargo, habría que tener presente que la voz chumpi alude a faja dotada de varios elementos. Con todo, es de toman en cuenta que las islas Galapagos estaban deshabitadas al descubrirlas accidentalmente el obispo de Panamá Tomas Berlanga en 1535, cuando una corriente alejó su nave que se dirigía rumbo al Perú.
(20) Que Sarmiento de Gamboa afirma categóricamente que habría identificado las legendarias islas de Auachumbi y Ninachumbe. Refiere al respecto haberlas divisado en 1567, cuando a unas “ducientos y tantas Leguas de Lima” surcaba el Mar del Sur. La legua marítima equivale a 5.555 metros y 55 centímetros. Agrega Sarmiento que al notificar al “gobernador y licenciado Castro” sobre su descubrimiento éste le prohibió explorar las islas en cuestión, no obstante que se hallaba navegando cerca de ellas y participando en la incursión marítima de Álvaro de Mendaña (1549-1595), que lo condujo al descubrimiento de las islas Salomón en el archipiélago de Melanesia.
(21) Que de haber sido las islas Auachumbi y Ninachumbe las divisadas por Sarmiento de Gamboa, éstas se ubicarían en las proximidades de las islas Marquesas. Con todo, el relato de Sarmiento no permite una comprobación en este sentido.
2. La versión de Cabello Valboa
Al relato sobre el viaje marítimo de Tápac Yupanqui legado por Sarmiento de Gamboa y obtenido en el Cuzco, se suma el de otro cronista, Miguel Cabello Valboa (1586).
La versión de Cabello Valboa fue obtenida independientemente de la registrada por Sarmiento de Gamboa. Los manuscritos de ambos autores permanecieron inéditos, el primero hasta el siglo XIX y el segundo hasta 1906. De haben conocido Cabello el manuscrito de Sarmiento, éste le habría servido para completan algunos pormenores como el relativo a Urco Guaranga, o aquel que se refiere al chamán Antarqui. La versión de Cabello Valboa fue recogida durante la estancia en Quito del cronista, o tal vez en La costa del Ecuador como lo señala Luis E. Valcáncel (1951); más de un decenio después de haben finiquitado Sarmiento su obra que redactó en el Cuzco.
No obstante lo señalado, comparando los datos proporcionados por uno y por otro cronista sorprende que concuerdan hasta en algunos detalles. Por ejemplo en lo que se refiere a que la navegación se prolongó por muchos meses, a que las islas abordadas fueron llamadas “Hagua Chumbi y Nina Chumbi” (Cabello); como también en cuanto a precisiones acerca de la cantidad y calidad de los trofeos reclutados por la expedición.
Transcribimos la versión de Cabello Valboa:
“...determino Topa Yunga, y sus consultores de explorar y descubrir las Provincias interpuestas de Quito hasta el mar (...) en este lugar fue donde la vez primera el Rey Topa Ynga vido del Mar, al qual como lo descubriese de un alto hizo una muy profunda adoración, y le llamo Mamacocha, que quiere decir madre de las lagunas, y hizo apercebir gran cantidad de las embarcaciones que los naturales usavan (que son cientos palos liuianos notablemente) y atando fuertemente unos con otros, y haciendo en cima cierto tablado de Cañizos, tegidos, es muy segura y acomodada embarcación: a las quales nosotros auemos llamado Balsas pues auiendose juntado de estas la copia que parecio bastante para la gente que consigo determinaua llevan tomando de los naturales de aquellas costas los pilotos de más experiencia que pudo hallar, se metio en el Mar con el mismo brio y animo que si desde su nacimiento huviera experimentado sus fortunas, y truecos. De este viage se alejo de tierras mas que se puede falcilmente (sic.) creen, mas ciento afirman los que sus cosas de este valeroso Ynga cuentan, que de este camino se detuvo por la mar duracion y espacio de un año, y dicen mas que descubrio ciertas Yslas a quien llamaron Hagua Chumbi y Nina Chunbi que Yslas estas sean en el mar de el Sur (en cuya costa el Ynga se embargo) no lo osare determinadamente afirmar, ni que tierra sea la que pueda presusmirse ser hallada en esta nauegacion. Las relaciones que de este viage nos dan los antiguos son que trujo de alla Yndios prisioneros de color negra, y mucho oro y plata, y mas una Silla de Laton, y cueros de animales como Cauallos, y de parte donde se puedan traer las tales cosas de todo punto se ignora en este Piru, y en el mar que lo va prolongando: mas lo que en este particular sabre decir es, que este año pasado de 1585 viniendo de la nueva España, Don Alonso Nino vecino de La Ciudad de Los Reyes con Nauio y mercaderia propia traia por su Piloto a un Juan Gomez vecino de Sonsonate, y un Viernes a 28 de Febrero descubrieron muchas y muy vistosas Yslas en las cuales se mostraeuan Cordilleras altas, y Valles, aunque no se determinaron de todo punto si eran de Montanas, ó tierra rasa y desocupada, y la poca curiosidad del mismo Don Alonso le hizo pasar por entre ellas sin satisfacerse si eran disiertas, y pobladas y aun sin tomar agua en ellas trayendo de ella harta necesidad. Dicen estar estas Yslas leste a oeste con la de la Plata (junta á Manta) y que les parecio (según el camino que hicieron) que estaran ochenta o cient leguas de el Puerto de Payta. Si el buen animo, y honorosa determinación de Don Alonso Niño diera lugar á ello fuera estuvieramos de duda si aquellas eran o no las que visito y conquisto nro Topa Ynga Yuypangui, y su rustica flota, mas estarnos emos con esta sospecha, hasta que un varon de mas pecho nos satisfaga con su exploración. Tambien se sabe que en aquella parte que decimos (aunque mas á el Astro o Sur) ay muchas Yslas de que nros Españoles no se aprovechan, porque Escobar vecino de Yca me afirmo que yendo el huiendo las armas de los Tiranos Pizarristas en tiempos passados el y otros diez Compañeros tomaron un barco en el Puerto de Anca, y con deseo de pasarse á nueva España se metieron en el un Viernes a medio dia, y dice que el Lunes siguiente aliaron una alta peña en el mar horadada por medio casi a manera de argolla o sortija, y pasando adelante el Viernes siguiente (que se cumplían nueve dias de su navegacion) vieron y descubrieron una grande y espaciosa Ysla muy ocupada de sementeras de yuca y maiz, y muy apacible y de buen temple, y llegando a tierra mataron algunas palomas Torcaces (de que auia en mucha cantidad) y pasaron adelante sin se osar detener. Nicolao Degio (Piloto y Marinero muy antiguo en este mar de el Sur) me afirma auer el ansi mesmo visto otras Yslas semejantes en el mismo parage, y otras personas afirman auer visto en ellas gentes y sementeras: he traydo esto en este Lugar, para que el lector curioso entienda que fue posible auer hallado el Topa Yngayupangui las Yslas que las antiguas relaciones nos dicen, y queel auerse dado poco por buscallas á los Principes que an governado este Piru es causa de que nos sean ocultas, y ansi las pongo yo en mi Mapa con este nombre de huerfanas, por no auer tenido padre que las rescate. Finalmente digo que afirman los mas acreditados marineros, que corriendo Norte Sur con la misma costa (apartadas della cient leguas algo mas o menos) va cierta cordillera de Yslas, que naciendo y comenzando desde seis ó siete grados de altura, al Polo Artico y Norte corre hasta muchos grados de altura al Polo Antártico ó Sur, y en algunas de estas aporto el Ynga con su flota y de alla trujo las cosas referidas. De donde quiera que el viage hizo Topa Ynga y su flota dicen auer venido pujante y vencedor, y como tal volvio a proseguir su camino...”
•Análisis del relato de Cabello
Del relato consignado en la obra de Cabello Valboa se desprende lo siguiente:
(1) Que su versión confirma lo aseverado por Sarmiento de Gamboa, en el sentido que Túpac Yupanqui, partiendo de las costas peruano-ecuatorianas realizó una titánica expedición marítima por aguas del Pacífico.
(2) Que las embarcaciones eran hechas de “ciertos palos” (balsas) y que por encima de ellas se levantaba un recinto construido de carrizos (cañizos) el que debió lucir techado. Embarcaciones de este tipo perduraron durante el período colonial, como se advierte por ilustraciones insertas en las obras de Jorge Juan y Antonio de Ulloa (1748), Alexander von Humboldt (1810) y de otros estudiosos americanistas de la época. Las dibujan en forma de balsas grandes, con velas, constituidas por troncos verticales sobre cuya superficie se presenta un tabladillo, que descansa sobre maderos horizontales, y encima del cual se erigía una construcción a manera de una vivienda; las fotografías de Enrique Brüning (Schaedel 1988, pp. 70, 82-84, 86-87), captadas a fines del siglo XIX, la retrata a manera de una choza (Kauffmann Doig 1992, p.25).
(3) Que los pilotos eran naturales de las costas ecuatorianas “de mas [mayor] experiencia que pudo hallar” Túpac Yupanqui.
(4) Que fue el propio soberano quien comandó la expedición: “se metio en el Mar con el mismo brio y animo que si desde su nacimiento huviera experimentado sus fortunas y truecos”.
(5) Que la expedición se alejó de la costa “mas que se puede facilmente creer”; repitiendo al respecto, en términos generales lo transmitido por Sarmiento de Gamboa en cuanto a que la jornada se habría extendido por “espacio de un año”.
(6) Que la expedición terminó por tocar las islas de Hagua Chumbi y Nina Chumbi, en el mar del Sur; y que fueron bautizadas con estos nombres por los expedicionarios.
(7) Que Cabello Valboa presenta sus dudas acerca de cuáles habrían sido las dos islas citadas en el relato.
(8) Que Túpac Yupanqui habría retornado portando diversos trofeos: “mucho oro y plata, y más una Silla de Laton, y cueros de animales como Cauallos”, además “trajo de alla Yndios prisioneros de color negra...”.
(9) Que lamenta la falta de interés “en este Piru [...] para averiguar [de] donde se puedan traer las tales cosas”. Esto es, la ausencia de una preocupación que hubiere llevado a identificar Haguachumbi y Ninachumbí en el mundo insular del Pacífico.
(10) Que inquirió en base a relatos de diversos navegantes españoles, como el de Alonso Niño (1486-¿1505?), que las islas estarían alejadas de Payta “ochenta ó cient leguas”; empero Cabello no llegó a pronunciarse cuáles serían las de Haguachumbi y Ninachumbi (La legua marítima equivale a 5.555 metros y 55 centímetros).
(11) Que por el hecho de que navegantes españoles habían descubierto diversas islas alejadas de la costa, la posibilidad de que la experiencia de Túpac Yupanqui no hubiera sido un invento se vería reforzada.
(12) Que presenta la sospecha de que en “cierta cordillera de Yslas”... [alejada] “cient leguas algo mas o menos” [sobre cuya existencia le informaron] “acreditados marineros’; podrían estar ubicadas Hagua Chumpi y Nina Chumbi, abordadas por la flota de Túpac Yupanqui. El archipiélago distante de Payta “ochenta o cient leguas’; que menciona Cabello Valboa, podría acaso corresponder a las islas Marquesas (Tuamotú); tomando en cuenta que la legua marina equivale a 5.555 kilómetros y 55 centímetros, así como también a la circunstancia de que la expedición de Túpac Yupanqui habría tenido una duración de varios meses.
Dibujo de una embarcación inca. Compartimentos: 1) Palos de balsa. 2) Amarre con sogas de bejuco. 3) Popa para carga y comando de remeros. 4). Sitio de los remeros. 5) Vela de tela de algodón. 6) Velamen en forma de T. 7) Cordel para orientar la vela. 8) Camarote y bodega. 9) Lugar de la capitanía o timonel mayor. 10) Timón principal.
3. Conclusiones generales
No obstante la curiosidad manifiesta por Cabello de Valboa de precisar geográficamente cuáles eran las islas de Ninachumbi y Anachumbi, y las indagaciones realizadas por varios autores modernos entre los que se encuentra Hermann Buse de la Guerra (1973) y Thor Heyerdahl (1952), autor de una pulcra y detenida investigación sobre travesías en el Pacífico partidas de las costas peruano-ecuatorianas, las islas abordadas por Túpac Yupanqui en su viaje rumbo a Oceanía siguen envueltas en lo enigmático en lo que toca a su identificación.
No puede discutirse, en cambio, a la luz de la eurística y la hermenéutica de la documentación antigua, que la expedición haya en efecto tenido lugar. El tipo de embarcaciones, con las que contaban los antiguos peruanos para navegar, permitía alcanzar lugares alejados de la costa. Lo demuestran los viajes realizados por Thor Heyerdahl (1952, 1957) a las islas Marquesas y a Rapa Nui o Isla de Pascua.
Lo expuesto por Sarmiento de Gamboa acerca de que la expedición habría navegado “nueve meses, otros dicen un año”; así como la referencia sobre el número de participantes de “más de veinte mil’; deben considerarse como abultamientos legendarios del relato, destinados a engrandecerlo. Empero no invalidan la posibilidad que estemos frente a un hecho histórico.
La referencia a la entrevista del cronista Sarmiento de Gamboa con Urco Guaranca, y la circunstancia que una parte del botín obraba en 1572 en poder del citado informante, en el Cuzco, son pruebas adicionales de gran peso para sostener que la expedición de Túpac Yupanqui no sea un mero mito.
La veracidad del evento marítimo podría ser apoyada adicionalmente por relatos antiguos, como el recogido por el empedernido viajero F. W. Christian, citado por Paul Rivet (1943, pp. 188-189). Este hace referencia a una incursión a la isla Mangareva, del archipiélago de Gambier, de un jerarca llamado Tupa. Este acontecimiento habría tenido lugar, cuando aún no eran empleadas las embarcaciones típicamente polinésicas (catamarán). Además, señala que sus protagonistas habrían sido navegantes procedentes del oriente, de Mangareva; acaso gente procedente del continente americano como propone Thor Heyerdahl (1996), quien precisamente destaca la coincidencia de la onomástica Tupa como un hecho muy relevante en el contexto de su hipótesis acerca de que antiguos navegantes peruanos hubieran incursionado en Oceanía.
Debe tomarse en cuenta, con todo, que el archipiélago de Gambier en el que se ubica Magareva, está alejado de las costas del Perú unos 6,000 km. Dobla la distancia que separa la isla de Rapa-Nui o Pascua, ubicada a unos 3,760 km del litoral chileno. Por lo mismo Thor Heyerdahl (1957) se inclina en favor de la posibilidad de que las balsas de Túpac Yupanqui pudieran haber arribado más bien a la Isla de Pascua, que abordó y exploró en 1955/56 en su expedición Aku Aku.
Ciertas similitudes, entre algunas expresiones de la arquitectura de Rapa-Nui y del Perú incaico, sorprenden, debido a que conjuntos arquitectónicos pascuenses como Vinapu y Ahu Te Peu, recuerdan los de Sacsahuaman por ejemplo. Estos parecidos no constituyen empero pruebas de peso, en la discusión de contactos culturales transpacíficos; como tampoco el que sarcófagos antropomorfos de los Chachapoyas se parezcan a las gigantescas estatuas de Rapa Nui, por el hecho que en ambos casos los seres míticos son retratados con la mandíbula inferior destacada exageradamente, debido a que en ambos casos los personajes retratados portan una máscara que se confunde con la cara (Kauffmann Doig 1989).
El hecho que los actuales descendientes de los antiguos pobladores de la Isla de Pascua, de constitución física polinésica, continúen practicando una economía basada en la yuca (Manihot esculenta) y el camote (Ipomea batata), tampoco permite afirmar tajantemente que la Isla de Pascua fuera ocupada por ancestrales navegantes peruanos. En efecto, la dispersión del camote o kumara, así como de la yuca o mandioca, no se limita a la Isla de Pascua ni al Perú; estos cultígenos gozan de una amplia difusión tanto en Oceanía como en América, según lo ha demostrado el propio Thor Heyerdahl (1952). Con lo expuesto no se niega, sin embargo, la posibilidad de que los cultígenos mencionados fueran “exportados” de América a Oceanía; contrariamente a lo que planteaba Paul Rivet (1943) que sugería una importación desde la Polinesia a la América.
En lo que respecta a la presencia de embarcaciones que habrían posibilitado travesías marítimas largas, como la emprendida por Túpac Yupanqui, es preciso subrayar que esta eventualidad quedó demostrada con los prolongados viajes de Thor Heyerdhal (1952, 1957) por el Pacífico, partiendo de las costas sudamericanas en una embarcación construida de acuerdo a modelos peruanos antiguos, y aprovechando la dirección de las corrientes marinas.
Balsas como la descrita en la crónica atribuida a Juan de Sámano y Francisco de Xerez, continuaron usándose en la costa norte después de arribar los españoles; como puede verificarse por los grabados en la obra de Jerónimo Benzoni (1572), de Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland (1910), así como de Jorge Juan y Antonio de Ulloa (1748). También se dispone de fotografias captadas por Enrique Brüning en el último tercio del siglo XIX (Kauffmann Doig 1992). Balsas como las citadas eran destinadas a la navegación de cabotaje, por lo que no incursionaban mar adentro.
De lo expuesto concluimos que la expedición de Túpac Yupanqui a Oceanía puede corresponder a un hecho histórico, por más que el relato encierre pasajes engrandecidos por la memoria colectiva y aún tomando en cuenta que hasta ahora no haya podido ser fijada la ubicación de las islas de Auachumbi y Ninachumbi.